Trilogía Before: Una evolución sincera del amor

“El amanecer o el atardecer, esas cosas efímeras al igual que nuestra vida, aparecemos y desaparecemos. Somos muy importantes para algunos, pero en realidad estamos de paso…”

En múltiples ocasiones, hemos podido reconocer la peculiar ilusión sensitiva del único y verdadero amor. Aquel que a la par de nosotros, pueda externar preocupaciones, anécdotas bochornosas, pensamientos repletos de locura combinada con exquisita pasión o la presencia mágica, consumida en polvo que cubre el universo de lo onírico.

Podrían pensar que, la anterior idea es un tanto idealista, pero quien, no ha podido imaginar en algún momento crucial de nuestra evolución constante, el bello resplandor vertiginoso y casi hipnótico de encontrar por mera casualidad a la anhelada persona que tocará lo más profundo de nuestra alma. Sumando una basta cantidad de pláticas que, por pocas horas, traza un prolongado y sensato hilo de compatibilidad, ofreciéndonos una esperanzadora unión que trascenderá en el conteo de años.

Un hecho tan relevante, que difícilmente se verá desvanecido en los recovecos de nuestra preciada memoria, cobrando mayor impacto durante la juventud, visible capa romantizada en el primer filme” Before Sunrise” (1994) que conforma la virtuosa trilogía “Before”, del director Richard Linklater. Es la propia experiencia, el primer impulso para contar esta historia tan significativa, donde Linklater en base a un viaje realizado durante otoño de 1989 a Filadelfia conoció a Amy Lehrhaupt, ambos jóvenes compartieron datos de contacto; sin embargo, una disolución en el interés fue dejando mudo el vínculo. La oportunidad del encuentro sirvió como pieza inspirativa en la creación de los dos personajes protagonistas en la trama “Jesse y Céline”.

Before Sunset (1994) permite adentrarnos a las casualidades y oportunidades que conllevan a una misteriosa decisión transformada en valentía. Tanto Jesse como Céline irradian frescura, además de gran espontaneidad combinada con el persistente flujo del tiempo veloz, similar al movimiento del tren a escasos minutos de iniciada la película. En este mismo transporte, ambos personajes intercambian miradas por primera vez, como si fuesen dos infantes en plena cúspide del descubrir. La charla no forzada y un genuino interés por el otro los lleva al borde de un eclipsado romance, tomándose el tiempo suficiente de conocer las más insignificantes peculiaridades, así como un sinfín de hechos que los ha llevado a tomar una decisión sabia: “pasar un día juntos, donde el tiempo se disipa en estilizadas calles y sitios nocturnos que adornan la ciudad de Viena. El estimulante e iluso jugueteo, que sirve como un mero pretexto para conocer la percepción que el otro tiene sobre nosotros. Poesía andante que permite completar el extenso rompecabezas que, en ocasiones resulta nuestro corazón, piezas compatibles que encajan en adorada perfección”.

Las promesas nos colman de satisfacción, son como pequeños dardos que apagan la agonía de nuestra alma inquieta, más aún cuando se trata de la soberbia materia del amor. Jesse y Céline mantienen intacta la esperanza del segundo encuentro, esto los lleva al irreflexivo pacto de no permanecer en contacto, solo las minúsculas palabras atrapadas por el aire serán testigo del excitante futuro que podrá deparar el destino para ambos.

La paciente metodología de Linklater al momento de dirigir permite asombrarnos, en base a su naturalidad, siguiendo el ciclo mismo de la existencia humana. Nuestros gustos y afinidades llegan a transformarse en nuevas oportunidades o desgarradoras navajas de cotidianidad abrumadora.

En Before Sunrise (2004), ha transcurrido un considerable tramo de años, teniendo como ciudad diurna a Francia, donde el brillante talento de Jesse lo lleva a relatar para interés del ojo público, como fue el acercamiento del “único amor verdadero”. Las palabras sellan el pulsante tormento que han dejado las escasas decisiones y desafortunados momentos.

El reencuentro puede sonar como un momento que subsana, nos vitaliza y da sueños de permanecer proclives al deseo. Céline vuelve a encontrarse con Jesse, la madurez en ambos es perceptible mientras caminan las largas y estrechas avenidas de la ciudad. Ambos llevan en sus adentros un duro arrepentimiento, que difícilmente puede ser expresado o entendido. La encrucijada por estar con la persona correcta, dejando atrás una realidad infeliz, comienza a cobrar sentido por medio de la voz interna.

El suave trayecto en bote turístico irradia destellos en el agua del Sena, similar al lento y envolvente sonar de un melodioso vals, repitiendo en delicadas estrofas: “Déjame cantarte un vals. Acerca de esta encantadora aventura de una noche”.

Una transición desvanecida, en sintonía con acaloradas notas de “Just InTime” reproducidas en el reproductor de Céline, permite crear expectativas en este romance reconstruido.

Before Midnight (2014) a diferencia de las dos producciones mencionadas, contiene una historia nutrida en el detallado progreso de una relación. La innegable suma de años a nuestro conteo diario de lucidez, crea vertientes positivas y negativas, tocando fibras sensibles en las relaciones amorosas. Las diferencias ya no pueden ser aceptadas de igual forma que en los añorados 24 años, el polvo celestial que cubría los defectos encontrados es azotado por un viento crítico. Las pláticas y formas de concebir el mundo pasan a los ojos de terceros, los cuestionamientos inundan el frágil núcleo que compone la pregunta: ¿sigues enamorado de mí?

Las pláticas generacionales ayudan a concretar como, en distintas fases, el amor es más que un conjunto de cuatro palabras. Cada una mantiene propósitos, tratando de mantener a flote la chispa que inició aquella atracción mutua, que ocasionalmente pareciera disiparse por ásperas bocanadas de escaza comunicación y dilemas.

Sin embargo, los primeros rasgos que hicieron tan especial cada uno de los encuentros, toma cierto poder, no se pueden olvidar los minúsculos detalles, frases y roces. El paso de una persona logra permear de manera indefinida nuestro aura, teniendo presente un ligero cosquilleo, el cual manifiesta que todo el cúmulo de sentimientos amorosos nunca podrá verse desaparecido.

Escrito por: Roberto Mendoza.